Acostumbrados como estábamos a ir viendo en la prensa como, día a día, se acerca el final inexorable de esa aberración deshumanizada llamada Guantánamo, a nivel doméstico hemos topado de bruces con otro recinto vallado, vigilado por guardias armados hasta los dientes, que tiene a sus moradores viviendo en una permanente paranoia de ansiedad y temor al dedo punitivo arbitrario e implacable que, a golpe de Régimen Sancionador, sólo necesita habilitar en sus instalaciones una sala de autopsias laborales. Se trata de la empresa municipal de Getafe, Limpieza Y Medio Ambiente (LYMA), gestionada a su férrea manera por la emergente concejala del PSOE local, Cristina González.
Esta semana, los medios de comunicación nos han mostrado el caso paradigmático de un trabajador al que se ha sancionado con UN MES de empleo y sueldo por hacer un consumo de 2,78 € de su teléfono corporativo en un uso personal. Algo desproporcionado si parece, pero el problema radica en que no es un caso aislado, buscando, preguntando e indagando por ahí descubrimos que sólo es la punta del iceberg.
Usos, desusos y abusos: Parece ser que la fiscalización del uso del teléfono asignado es selectiva y teledirigida, en función de la adscripción política del trabajador en cuestión. Parece ser que, contra ese afán disciplinario, se están abandonando las reuniones periódicas de coordinación con los responsables de cada servicio, dejando al albur de cada uno los trabajos a acometer cada día con la única preocupación de que “el personal no se desmande” en lugar de prestar un mejor servicio. Parece ser (hechos estos no constatados fehacientemente aún) que no siempre se le da a los recursos de la empresa (teléfonos, vehículos, productos, personal, medios informáticos o fotocopias) el fin que deberían tener.
Aforados, consentidos, autorizados y apestados: Comentan por ahí que la política de Recursos Humanos es, siendo benévolos, difícil de entender. Personal que nadie sabe a qué se dedica, pero cobra; personal que todo el mundo sabe a qué se dedica, pero cobra; personal que, en ocasiones, se dedica a unas cosas y, en ocasiones, a otras, pero cobra y, por fin, personal que, haga lo que haga, siempre “cobra”. Sirva como ejemplo de uno de estos cuatro casos, el de una mujer contratada como asesora después de su jubilación. Ilegal no sé si será, pero ético…
Como ciudadano de a pie, sin embargo, debo reconocer el esfuerzo que hacen por mantenernos siempre alerta: Te cambian de sitio los contenedores a cada poco, sin razón aparente; te cambian el modelo de contenedores (diferentes dimensiones, diferente tamaño de la “boca”, diferente sistema de apertura, etc.) sin un mal curso de formación en Cómo Tirar Correctamente la Basura que echarnos a la bolsa. Por cierto, ¡quién fuera el proveedor de contenedores de Getafe! Una equipación completa, distinta e incompatible con el modelo anterior cada dos por tres. Eso es negocio.
Teniendo en cuenta que la limpieza de Getafe no es mejor que antes pero sí más cara; teniendo en cuenta el tratamiento displicente que se ha dado a otros casos sangrantes de mal uso de medios telefónicos que se han hecho en el Ayuntamiento; teniendo en cuenta el éxito de Facebook en los terminales de última generación de que dispone la corporación y algunos altos cargos: Sería razonable dedicar el esfuerzo de la Empresa a sus fines estatutarios y no a la política de “francotirador a expediente armado” que parece su único cometido.
¿No estarán tratando de allanar el camino, mediante el descontento creciente del personal, a una solución drástica que desemboque en la privatización? No seamos tan mal pensados, quizá sólo se trate de ineptitud.