Si es que soy un tío muy débil, basta con que un amigo me diga el jueves: ¿te vienes a Santander a ver al Geta? Para que yo, fiel a la causa, me entregue en cuerpo y alma a la familia azulona. ¡Joder, qué pedo!
Mi amigo, que es de la tierruca, me llevó a conocer los mejores (y los peores) sitios de Santander; para comer: los restaurante y mesones de la calle Río de la Pila (recuerdo especialmente el jamoncito recién cortado del mesón Cantabria, regado con abundante rioja) y, ya con media estocada en las agujas, bajar a los garitos de la Pza. Cañadío. Creo que perdí la conciencia, la compostura y el criterio en un antro con un pianista tocando en una especie de gallinero (o me lo pareció), el caso es que continué en pie, trastabillado pero erguido, hasta el domingo por la noche. Insisto: ¡Joder, qué pedazo de pedo!
Para mí que me dieron garrafón (o el equivalente a una garrafa) porque en mi nebuloso cerebro se recocían cosas extrañísimas: Que el adjudicatario de, al menos, uno de los garajes de Roblepark, es el marido de la concejala Cristina González por ejemplo. Y no se queda ahí la cosa porque también aluciné que el despiste debió ser de traca ya que el tesorero de la cooperativa adjudicataria es el padre de la susodicha y la secretaria, su madre. ¡Joder, este pedo se me ha ido de las manos!
A todo esto, mi colega (también es médico), a eso de las 17 h. del domingo, decide que vamos a ir al Sardinero dando un paseo ¡Su puta madre! ¡Qué paliza! Ente esquivar soldaditos, furibundos aficionados del Racing y recorrer los tres kilómetros de distancia haciendo eses, llegamos al campo con el partido empezado y, ya sin resuello, descubrí por qué a los accesos a la grada se les llama vomitorios… Para qué daros detalles. ¡Joder, ni así se me pasó el pedo!
Lo único importante es que la Leyenda continúa, el Geta ya ha alcanzado la licenciatura en 1ª división, aunque este año se haya dedicado a vivir de las rentas como los estudiantes resabiados y haya estado a puntito de suspender, ya ha terminado 5º de 1ª. Ahora a por el posgrado.
¡Joder! Me tiene preocupado lo de Cristina, en cuanto se me pase la resaca se lo cuento. Lo que se va a reír.
2 comentarios:
Me ha gustado tu entrada mucho.
En Getafe tambien lo vivimos, en el Marengo con la Sexta y su camara y una copita ( o dos ) y luego en la Cibelina, con una abuela entrañable subida en la fuente.
Sí, cuéntaselo a Cristina que se va a reir mas que tú.
Saludos
Ya sabes que los borrachos y los niños dicen siempre la verdad...y
s más fácil entrar al trapo de algo amparándose en un estado de confusión.
Una vez recorri 600 kilometros sólo para comer un pollo asado. (!que bueno estaba!)
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