jueves, 25 de octubre de 2007

EL MIERDA ESE DEL TREN

Raro será que no hayas visto, con todo el asco del mundo, las imágenes del mierda ese que vejó y agredió a la chica ecuatoriana del tren. Y es necesario incidir en el hecho de que sea ecuatoriana porque, si por un caso, hubiera nacido en Granollers, el cobarde este ni se le hubiera acercado. Ahora bien, el caso de este subhumano en fase degenerativa, no debe ocultarnos otros factores a tener en cuenta y obliga a hacernos preguntas:

¿Cuántos casos se producirán sin que nadie llegue a enterarse?
¿Habría grabado, el gilipollas este, su epopeya en video para colgarlo de internet, como se ha puesto ahora de moda entre grupos de descerebrados más numerosos de lo que nos gustaría?
¿Habría actuado la justicia (y todavía a regañadientes) de no haber sido por el alcance mediático de la difusión de las imágenes?
¿Qué tiene que pasar por la cabeza de sus amigotes que, no ya le justifican, si no que directamente le jalean?
¿Tendremos otro personajillo indocumentado a incorporar a pseudo-tertulias televisivas en esos programas vergonzantes que ya conocemos?
En este caso han podido ser útiles pero ¿Cuántos miles de cámaras nos vigilan diariamente, sin nuestro consentimiento, en una especie de Gran Hermano de dimensiones insospechadas?
¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que estas personas que han venido desde muy lejos a trabajar son un regalo para este país y, como consecuencia, para sus habitantes?
¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que estas personas (?) que tienen un comportamiento tan despreciable, hayan nacido aquí o en cualquier otra parte, son un un peso muerto que arrastra nuestra sociedad sin que ellos y los que los jalean hagan nada por evitarlo?

Y muchas más que podríamos hacernos los que, afortunadamente, nos hemos indignado viendo al mierda ese del tren

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