sábado, 25 de abril de 2009

ROMANCE DEL SULTÁN GRIÑÁN Y ROSITA LA CORDOBESA


Corría un florido mes de Abril andalusí, tras un árido invierno, cuando el recién proclamado sultán dio con sus nobles huesos, lujosos ropajes y delicados afeites en la mágica y bella medina cordobesa.  La gobernadora había adquirido fama, a lo largo de los años, de mujer cabal y sensata que no dudaba en resistirse a las órdenes del anterior sultán, aún a riesgo de su vida y hacienda, si con ello salían beneficiados los habitantes de la ciudad, fuere cual fuere su clase, alcurnia y condición; actitud esta que el pueblo sabio quiso reconocer mostrándole respeto y pleitesía.

 

Quiso el destino caprichoso que ambos se encontraran a la fresca sombra de los soportales de La Corredera; él visitando sus dominios, ella afanosa en sus tareas y, ya en el saludo, la rigidez del protocolo desapareció como por ensalmo: Lejos de reverencias y parabienes Rosita la Cordobesa miró a los ojos de Sultán y, desafiante, le sostuvo la mirada durante un eterno momento.  El pueblo alborozado y orgulloso comentaba entre susurros el gesto de la gobernadora que revelaba el espíritu independiente de su ciudad y sus habitantes.  No era tal.

 

Durante el intenso instante del saludo, el Sultán quedó prendado de los ojos negros y la sonrisa abierta pero firme de la gobernadora y, a su vez, ésta admiró el maduro rostro bronceado de Griñán, su boca ebúrnea, barba cincelada y cálida voz.  La mirada que los testigos habían visto desafiante en realidad ocultaba un furtivo guiño y un asentimiento cómplice.

 

La mañana del siguiente día amaneció limpia y luminosa y, como cada jornada, las gentes cordobesas encaminaron sus pasos a la casa de la gobernadora a recibir la encomienda de las tareas del día y esperaron bajo su balcón pero no apareció.  Llamaron a la puerta y los sirvientes, amables como siempre pero con preocupación, les informaron que la gobernadora no estaba en casa, no había dormido en su cama y no sabían nada de su paradero aunque sospechaban algo malo.

 

El pueblo, a la carrera, llegó al alojamiento del Sultán dispuesto a liberar, con las armas si fuera menester, a Rosita del ignominioso rapto con que Griñán habría resuelto el orgulloso saludo de su gobernadora.  Sin haberse organizado aún vieron abrirse la cancela y salir, primero la preceptiva escolta y después, la carroza del Sultán con dos pasajeros entre abrazos, caricias y arrumacos.  Él le prometía riquezas y poder: un palacio que dejaría a Medina Azahara convertida en una cabaña de pastores y mando sobre toda Al-Andalus, con la única obligación de tener en consideración sus sabios consejos.  ¿Quién podría resistirse?

 

Fue la tristeza quien dirigió la ciudad de Córdoba durante las primeras horas pero el pueblo, bien instruido, determinó que tantas almas no podían penar por el desprecio de una sola, aunque fuese Rosita y se pusieron manos a la obra:  Eligieron gobernador a quien les pareció más capaz y volvieron a sus quehaceres cotidianos.

 

Transcurridos unos días, de Rosita la Cordobesa sólo quedabas un tenue recuerdo que se iba diluyendo en la nada como un balde de agua sucia en la corriente del río. 

 

El Sultán tenía otra boca a la que dar de comer y Córdoba continuaba siendo la ciudad independiente y orgullosa que siempre fue.  ¡Qué fracaso!

 

 

domingo, 19 de abril de 2009

LA SED DE ESPERANZA AGUIRRE


No me extraña que a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, también conocida por la LIDERE S. A., le diese esta vez por liderar el motín vivido en la Asamblea a causa de la retirada de las botellas de agua a sus señorías.  Su reacción es de lo más normal, de lo más humana incluso (errare humanum est); el mismo componente de humanidad que tuvo la mirada asesina dirigida a Elvira Rodríguez o el rasgo desbordantemente humano de salir derrochando chulería y volver con una botellita de agua recreándose en la suerte, reprimiendo la tentación de dirigirse al centro del hemiciclo, desmonterarse y saludar desde los medios.  Fiel a su estilo, desparramando humanidad.

 

Su empecinamiento en la protesta del agua tenía muchas motivaciones además de la de no permitir que alguien le lleve la contraria, no sé:  Quizá la sed (habitualmente de privatizaciones) que le acompaña, tal vez la natural necesidad de refrigeración a tenor de cómo se le calienta la boca o es posible que para pasar mejor la gran cantidad de sapos que está tragando últimamente.  Cualquier cosa podría ser:

 

-       La trama de espionaje no resuelta (que le pregunten a Prada, entre otros) y que ha hecho que, en círculos íntimos, se hable de ella como la Tía de la T.I.A.

-       Las frondosas ramificaciones que el Caso Gürtel está demostrando tener en Madrid, sustanciada en significadas dimisiones/ceses de consejeros, alcaldes, concejales y demás cargos que tienen a la bancada popular con la boca seca y el culo apretado.

-       El divertido culebrón de Cajamadrid, con Miguel Blesa en el papel de villano maloso, Tomás Gómez en el de agente doble y ella misma como la Señora propietaria de la plantación que ve peligrar el jugoso legado a sus traviesos herederos a manos del elegante e implacable tiburón, Gallardón.

-       Hablando de Gallardón, los ataques de pelusa que se le producen cada vez que el Clan de los Genoveses da una cariñosa (y a veces envenenada) palmadita en la espalda del susodicho.

-       El alcance mediático de la querella admitida contra Lamela, el genuino Bisturí Justiciero, presentada por el Doctor Montes exigiendo una imprescindible reparación en su honor personal y profesional.

-       La actitud contestona y rebelde de Telemadrid donde ahora son más noticia su silencio y pantalla en negro que las otrora habituales loas a mayor gloria de la Jefa.

-       Ya en el terreno de la conjetura, sólo ella sabe todo lo que falta por salir en los casos que están en marcha, en los que están latentes y en los que están ocultos pero, tal como está el patio, no tardarán en aparecer.

-       Conociendo como conoce, experiencia no le falta, el ritmo de la Justicia, no es descabellado pensar que los jueces empiecen a pronunciarse en cascada a medida que se aproxime la fecha de la convocatoria electoral de 2011.

 

Pobre Presidenta, debe sentir la boca enmoquetada de puro seca, sin un triste buchito de agua que llevarse a los labios y, aún así, quiere privatizar el Canal de Isabel II.

 

Elvira Rodríguez, no te auguro un gran futuro en esto de la política.

 

viernes, 17 de abril de 2009

PAJA MENTAL DEDICADA, CON CARIÑO, A ELENA SALGADO


Qué gran acierto el nombramiento de Elena Salgado como Ministra de Economía. Para hacer olvidar a Solbes, va a adoptar una primera medida que va a dejar los 400 € a la altura de los tobillos: PROHIBIDO FUMAR EN TODA ESPAÑA.

 

Parece una gilipollez pero, para nada, tiene mucho calado. Echemos cuentas:

 

-       El precio medio de una cajetilla, 3 €.

-       A un consumo ponderado de una diaria (el que más por el que menos) nos sale un ahorro mensual de 90 € que, multiplicando por 12 meses, nos da un ahorro anual de 1.080 €.

-       Suponiendo que fumemos 10 millones de españoles (y me quedo corto), se habría liberado, dispuesta para gastar, la nada desdeñable cifra de 10.800.000.000 (diez mil ochocientos millones de Euros), así, de un plumazo. Y todo eso sin contar los beneficios innegables sobre nuestra salud.

 

Algunos agoreros, que de todo hay, saldrán al quite de inmediato argumentando que cerrarían los estancos y se irían al paro las personas que trabajan en todo lo relacionado con la venta y  distribución del tabaco y sus derivados.

 

Falso de toda falsedad (que diría Granados). Está todo previsto. En tiempos de una crisis tan brutal como la que nos ahoga, es cada día más necesaria la recuperación de un negocio tradicional que ha desaparecido víctima de ese desmedido afán consumista que impregnó cada aspecto de nuestra existencia. Hablo, sin duda, del regreso a los tiempos de la entrañable Mercería. Un local donde poder adquirir a buen precio agujas, hilos, botones, cremalleras, etc. Con los que poder arreglar nuestra ropa en vez de comprar una camisa de marca (casi siempre importada) por el mero hecho de haber perdido un miserable botón.

 

La indiscutible recuperación de la tradicional industria, catalana por excelencia, de las hilaturas, supondría un espaldarazo económico que aliviará la tensión de la financiación autonómica, desapareciendo el duro escollo que supone Cataluña. Así de fácil.

 

 

Mi neumólogo, el Dr. Fabra i Puig y yo lo agradeceremos.

 

Me voy a echar un pitillo, ahora que todavía puedo. Me lo he ganado.

domingo, 12 de abril de 2009

SEMANA SANTA Y FAMILIA. PELIGRO, NO MEZCLAR


Mi familia política responde a todos los estándares establecidos, a saber: Mi suegro, hombre tranquilo donde los haya dotado de una paciencia bíblica; mi suegra, toda ella carácter, gobierna la familia con puño de hierro en guante de hierro; mi cuñada, una lianta, manipuladora como pocas; mis sobrinas, dos cachorras de súcubo gritonas y cotillas que han salido a mamá; mi sobrino, maleducado y consentido y, por fin, mi cuñado, el gilipollas metepatas que hay en todas las familias; además de nosotros, gente normal que ejercemos de testigos mudos de la historia.

Cuando reúnes todos estos ingredientes, durante una Semana Santa, en la casa familiar de mis suegros y, casualmente, todos los infiernos meteorológicos se agolpan sobre ese coqueto pueblecito manchego sin poder apenas salir de casa; el guiso resultante es indigerible.

La tarde del Jueves Santo comenzó la fiesta. Mi suegro nos enseñó, orgulloso, lo bien que había quedado la madera del suelo después de haberla acuchillado, lijado y barnizado cuidadosamente durante las últimas semanas; un trabajo primoroso, como lo calificó mi suegra. Pues bien, mi sobrinito, al ver la superficie lisa, brillante y pulida del barniz, decidió que era el lugar ideal para probar su nueva “peonza asesina”.

Reconozco que se me abrían las carnes al ver el gesto de dolor que se le ponía a mi suegro a cada rejonazo que la “peonza asesina” sacudía contra el suelo, levantando esquirlas del barniz. A todo esto, las dos aprendices de arpías habían subido al “doblao” para investigar qué cosas guardaba la abuela en esos baúles tan tentadores que tenía almacenados y, es una suposición mía, irse preparando la herencia.

Volviendo a la planta baja, a cada golpe contra el suelo, el abuelo se iba sumergiendo más y más en su sillón de mimbre, junto al hogar, hasta el momento en que el gilipollas de mi cuñado se incorporó al juego con una segunda peonza y el buen hombre explotó. Con un movimiento sorprendentemente felino arrancó peonzas, cuerdas y algún que otro jirón de piel de las manos de su vástago y revastaguito y las arrojó al fuego; volviendo después a su sillón con la satisfacción del deber cumplido. El gilipollas de mi cuñado dirigió hacia el viejo su mirada torva y, mascullando entre dientes, juró venganza.

A mi suegro le gustaba fumar, en realidad, lo que le gustaba era el ritual con que vestía cada pitillo: Abrir con cuidado la petaca del tabaco, seleccionar las hebras, sacar un papel, acomodarlo entre los dedos, colocar encima el tabaco, liarlo con mimo, humedecer levemente la pega, completar la forma cilíndrica, ponérselo entre los labios y encenderlo con el mechero de yesca. El gilipollas de mi cuñado lo sabía y había fraguado su venganza por ese palo: Llevaba siempre consigo una bolsita de “María” para su uso personal y, en un descuido de su padre, envolvió gran parte del contenido con el tabaco de la petaca y se puso, pacientemente, a esperar. A media mañana del Viernes Santo ocurrió, antes de arreglarse para ir a la iglesia, el abuelo se lió un pitillo. ¿Se lió? ¡Se lió!

Camino del templo, vestidos para la ocasión, mis suegros se encontraron con Bernabé, tullido de la guerra con una pata de palo y éste les contó que había estado una semana ingresado en el hospital de Toledo. Mi suegro, sin dejarle explicarse, le preguntó entre carcajadas si es que había tenido un ataque de carcoma. Su mujer le fusiló con la mirada y, tirándole del brazo, se despidió apresuradamente: - Nos vamos a la iglesia que llegamos tarde - y en cuanto se alejaron unos pasos, añadió: - ¿Estás tonto? Ya hablaremos en casa - Mi suegro no podía parar de reír.

Ya en la iglesia, mi suegra se acercó, con su marido detrás, a encender una vela al lugar habilitado para ello a ambos lados del altar, después de santiguarse se retiró respetuosamente y le tocó el turno a su marido; cogió aire, se inclinó un poco, sopló todas las velas y entonó a pleno pulmón el Cumpleaños Feliz seguido de Es un Muchacho Excelente y, cuando el cura se acercó a reconvenirle, La Cucaracha. El párroco, indignado, le señaló la puerta al tiempo que le gritaba que había cometido sacrilegio en la Casa de Dios y nada menos que en Viernes Santo. Irene, mi suegra, asustada, lo llevó a la salida al tiempo que le decía: - José, tú no estás bien, salte a fumar un cigarro a ver si te tranquilizas - José hizo caso a medias y se encaminó a la puerta, agarrado a la cintura de su mujer y bailando a ritmo de Conga.

Mis sobrinas, fieles a su estilo, se habían hecho fuertes en el “doblao”. Habían vaciado todos los baúles, cajas y armarios donde mi suegra guardaba celosamente los recuerdos de varias generaciones y estaban jugando a Dependientas de El Corte Inglés: Aquí varios juegos de café de porcelana fina, allí, desplegadas, seis mantelerías, más allá varios abrigos de tupida lana merina, …, las sábanas colgaban del techo abuhardillado dividiendo las distintas secciones y, junto a la escalera, el contenido de varios joyeros, desparramado sobre una pila de sacos de harina.

Mi mujer sostiene la tesis de que lo normal es que los niños hagan ruido, cuando son verdaderamente peligrosos es cuando están en silencio y, después de todo el jaleo anterior, en el “doblao” no se oía un alma. Subió preocupada.

Subió preocupada y bajó lívida, justo en el instante en que mi suegro entraba sandunguero por la puerta con otro “peta” en la comisura. – ¿Qué passssa? - Pasa que las putas niñas han desparramado todos los recuerdos de mamá, la abuela, la bisabuela, … Cuando lo vea mamá las va a matar - Pues que se pongan a la fila - Contestó mi suegro mientras subía por la recta escalera como si fuera curva.

Arriba, el escándalo era descomunal y abajo, en la puerta de la calle, mi mujer te tapaba los oídos nerviosa esperando a que llegara su madre. De golpe los gritos sonaron más cercanos y, sobre ellos, la voz de mi suegro: - Ahora, a la sección de deportes - Y sentado a horcajadas sobre el pasamanos de la escalera se dejó deslizar entregado a la Ley de la Gravedad hasta que hizo tope con la bola de bronce, que remataba el pasamanos, exactamente en la zona escrotal. Sólo se le oyó decir: - Yo me descojono - .

Cuando mi suegra, como una hidra, entró en casa se encontró un circo de tres pistas: Mi suegro sentado en un taburete, con los calzoncillos por las rodillas y los testículos hinchados apoyados en una bolsa congelada de Palitos de Merluza Pescanova; mis sobrinas, sentadas enfrente, con los ojos más abiertos que la boca; mi cuñada intentando taparles los ojos; mi mujer llorando en el cuarto de baño y el gilipollas de mi cuñado y su digno sucesor, levantando esquirlas del suelo del salón…

… Qué placer tan memorable se experimenta al volver de Semana Santa sin atascos y qué tranquilidad se respira en Madrid.

domingo, 5 de abril de 2009

HABLEMOS DE TORRIJAS


Fiel a su cita con la primera luna llena después del Equinoccio de Primavera, llega la Semana Santa.  Como dijo un amigo mío en una ocasión “Qué suerte, este año caen las fiestas en jueves y viernes y tenemos un pedazo de puente que te cagas”.  Disfrutémoslo.

 

La Semana Santa, en un país de rancias tradiciones como el nuestro, está cargada de tipismo que atrae a multitud de visitantes de todo el orbe quienes, al contemplarlas y nunca mejor dicho, se hacen cruces preguntándose si la exposición a tantas horas de sol no habrá afectado a nuestro entendimiento.

 

Dentro del amplio catálogo de usos y costumbres propios de estas celebraciones trataré de evitar centrarme en los aspectos más truculentos e ir directamente a lo verdaderamente agradecido para disfrutar plenamente de este “pedazo de puente que te cagas”.  Hablaré de Las Torrijas.

 

Las Torrijas están compuestas de materia y, como tal, la naturaleza nos las muestra en tres estados:  Sólido, líquido y gaseoso, que describiré atendiendo a su consistencia de menor a mayor. 

 

La Torrija Gaseosa, es decir, la compuesta por gases, encuentra su terreno abonado en el caso de las procesiones:  Gentes a miles con la mirada perdida, pupilas dilatadas, lazo blanco y gesto alelado que se pasan horas y horas respirando el humo que despiden los innumerables cirios, velas y lamparillas de que van provistos los Pasos que desfilan por nuestras calles.  Si ese humo afecta de esa forma a los espectadores, qué decir de los costaleros que no respiran otra cosa, qué explicación si no, se puede encontrar a que alguien en su sano juicio cargue durante muchas horas con cientos de kilos sobre sus hombros, produciéndose lesiones de por vida de las que presumen orgullosos.  Hace algún tiempo encontré un lugar donde vendían velas con la cera impregnada de muchos productos y aromas, entre otros la Marihuana.  He ahí la explicación, lo único que falta es que canten Saetas con música Reggae.

 

La Torrija Líquida es muy común y está extendida tanto por la geografía como por el resto del año aunque, en Semana Santa, también adquiere un protagonismo especial.  Caso paradigmático es el de un personaje al que no queda más remedio que cogerle cariño, se trata del Tomasito.  Tomasito era un simpático borrachín que vivía en León en los años 20; cuando llegaba el momento de las sobrias procesiones castellanas, él le ponía el puntito ebrio y desfilaba con gran éxito de crítica y público.  Su carrera terminó cuando, una mañana, durmiendo la mona (o la torrija) no vio venir el carro que recogía la basura.  Desde entonces, cada Viernes Santo, circula por León la Procesión del Tomasito de la que podemos afirmar que es la única que avanza en un zig-zag errabundo y nunca se sabe cuándo ni dónde termina.

 

La Torrija Sólida es una delicia gastronómica aunque, también, puede ser un problema.  Hace años decidí experimentar y hacer unas torrijas de chocolate para que las comieran los niños ¡Qué error!  Gustaron tanto que no sólo las piden los niños sino también los mayores y no sólo los mayores de casa sino que viene gente de otros pueblos, hasta tal punto que si quiero quedar bien con todos los que me las piden me tengo que meter en la cocina el Domingo de Ramos y salir el Lunes de Pascua.  Para evitar este estrés y aprovechando la religiosidad de estas fechas voy a tirar de Confucio:  No le des un pez, enséñale a pescar” y os voy a contar el truco (es tan sencillo que no merece ni llamarlo así):

 

-       Conseguir pan especial de torrijas u otro con una miga consistente del tipo pan de pueblo.  Utilizarlo mejor de un día para otro porque, al estar más seco, absorbe más líquido.

 

-       En un bol grande echar leche semidesnatada o desnatada tibia y sirope de chocolate en una proporción de un frasco pequeño por cada litro de leche.  También añadir miel y canela al gusto (para que no pierda el “Toque torrija”) y mezclar con una batidora hasta que quede una emulsión uniforme (la canela no se disuelve pero aprovechando la densidad del sirope y la miel queda bien repartida por todo el líquido).

 

-       Empapar bien el pan en este líquido oscuro y poner sobre un papel de cocina para que suelte el sobrante.

 

-       Rebozar con huevo y freir en aceite muy caliente.

 

No es difícil entender por qué les gusta tanto a los niños, lo de los mayores hay que explicarlo:  A la sensación placentera que aporta el alcaloide que tiene el chocolate debemos añadirle los efectos afrodisíacos tan interesantes que la canela tiene sobre el organismo.  A las chicas les encanta.

 

Si te entregas con prodigalidad a cuantos más tipos de torrijas mejor, te lo pasarás muy bien estas vacaciones, no te acordarás de mucho pero volverás con la agradable sensación de haberte divertido.

 

 

 

 

miércoles, 1 de abril de 2009

TENGO UNA PREGUNTA PARA USTED


 

Está España entera en fase de recuperación tras la aparición estelar del Gran Mariano Rajoy, el pasado lunes, en ese programa que nos tiene a todos en ascuas una vez al mes, el interrogatorio televisivo denominado “Tengo una Pregunta para usted”.

 

Confieso que el lunes no lo vi. ¡Qué coño!  Confieso no haberlo visto nunca, ahora bien, sea Rajoy, Zapatero, Woody Allen o Manolo el del Bombo el cuestionado, el mismo martes los distintos periódicos nos alumbran con su crítica hasta el último gesto.  ¡Menudos son!  Para qué perder el tiempo en verlo si te lo van a contar.

 

Dándole vueltas al asunto se me ha ocurrido que podría formular una preguntita inocente a diferentes personajes de la actualidad local, regional y nacional.  Lógicamente no espero respuesta (ojalá) pero dicho queda.  Empecemos:

 

Señor Pedro Castro:  ¿Es verdad que sus concejales, unos a otros, se han cambiado la cerradura de la calle Cuenca hasta seis veces en un mismo día y que usted tenía todas las llaves (y su hijo también)?

 

Señor González Pereira:  ¿Es cierto que su grupo de concejales ha solicitado un policía local que regule el tráfico  de ediles populares hablando por teléfono, mientras pasean en el vestíbulo de la primera planta del ayuntamiento porque desconfían de todo y de todos a la hora de llamar desde el interior de sus dependencias? 

 

Señor Sánchez Coy:  ¿Son veraces los rumores que circulan afirmando que está tan afectado por las denuncias de que ha sido objeto que, además de con su guardaespaldas, acude a todas partes acompañado de un abogado?

 

Señor Tomás Gómez:  ¿A qué edad se dio usted el golpe en la cabeza?

 

Señora Esperanza Aguirre:  Partiendo del odio que usted muestra diariamente a los madrileños, sólo superado por su amor al dinero  ¿Ha oído hablar del fantástico clima de las islas de la Micronesia, sus playas paradisíacas de aguas claras y cristalinas, absolutamente desprovistas de tiburones, llenas de atolones por privatizar?  Sin Rajoy, sin espías, sin Gallardón… Tentador

 

Señor Gregorio Gordo:  ¿Qué se siente al salir triunfante de la Asamblea Regional de IU sin ningún puñal clavado en la espalda (aún)?

 

Señor Rodríguez Zapatero:  Por un momento no hablaremos de la crisis pero ¿Es normal que un gobierno, pretendidamente socialista, privatice los impuestos (canon digital a la SGAE, 0,7 del IRPF a la Iglesia, …)?

 

Señor Mariano Rajoy:  ¿Está Garzón a sueldo de la dirección del PP?

 

Señor Cayo Lara:  Con las propuestas contra la crisis tan interesantes que tiene  ¿Por qué no contrata anuncios en autobuses que las publiciten y se les ponga la cara colorada a los que no quieren ver lo evidente?

 

Seguro que, en cuanto publique este post, se me ocurrirán mil preguntas más y mejores pero, es lo que hay.