Cuenta una leyenda urbana, esta vez de carácter local, que durante el traslado del Ayuntamiento a su sede provisional, previo a la demolición de la antigua Casa Consistorial, el Alcalde, nuestro amado Pedro Castro, insistió mucho, ante un grupo de vecinos, en que se conservara el escudo en alabastro de nuestra ciudad que presidía la fachada. Al ser preguntado por la causa de su interés, él, ni corto ni perezoso, señaló que era del siglo XVIII. Los vecinos, con buen juicio, le hicieron ver que en ese siglo los aviones que figuraban en el escudo ni existían ni se imaginaban siquiera, a lo que el aludido respondió con reflejos y ciertas dosis de desahogo que no se trataba de aviones sino de flores de lys. Con un par.
El empeño del Partido Socialista de Getafe en ese incomprensible “Base si, Aeropuerto no”, bien podría enmarcarse en el interés del su secretario general en defender las flores que, a diario, sobrevuelan nuestras cabezas. Hablando de flores; se han metido en un jardín, hasta tal punto, que no van a dejar una flor sana y van a terminar de barro hasta las cejas.
Porque la costumbre de poner una vela a Dios y otra al Diablo, una a la pervivencia de la Base y otra a la necesidad de un aeropuerto ejecutivo, estuviese donde estuviese; no es fácil de entender y mucho menos de explicar.
Ayer, casualmente, a la vez que tenía lugar el Pleno donde se discutió una moción contra el aeropuerto, un estruendoso Eurofighter estuvo entreteniendo a la curiosa ciudadanía mostrando su maniobrabilidad mediante una serie de graciosas piruetas que mostraban la pericia del piloto y la versatilidad del aparato. Ahora bien ¿Vamos a sufrir una campaña de vuelos de entrenamiento a todo decibelio hasta que veamos la apertura de la Base para uso civil como una solución balsámica para nuestros sufridos tímpanos?
Cosas más raras se han visto.
Ya estoy imaginando las pancartas: ¿Vuelos ejecutivos? De entrada no.
El empeño del Partido Socialista de Getafe en ese incomprensible “Base si, Aeropuerto no”, bien podría enmarcarse en el interés del su secretario general en defender las flores que, a diario, sobrevuelan nuestras cabezas. Hablando de flores; se han metido en un jardín, hasta tal punto, que no van a dejar una flor sana y van a terminar de barro hasta las cejas.
Porque la costumbre de poner una vela a Dios y otra al Diablo, una a la pervivencia de la Base y otra a la necesidad de un aeropuerto ejecutivo, estuviese donde estuviese; no es fácil de entender y mucho menos de explicar.
Ayer, casualmente, a la vez que tenía lugar el Pleno donde se discutió una moción contra el aeropuerto, un estruendoso Eurofighter estuvo entreteniendo a la curiosa ciudadanía mostrando su maniobrabilidad mediante una serie de graciosas piruetas que mostraban la pericia del piloto y la versatilidad del aparato. Ahora bien ¿Vamos a sufrir una campaña de vuelos de entrenamiento a todo decibelio hasta que veamos la apertura de la Base para uso civil como una solución balsámica para nuestros sufridos tímpanos?
Cosas más raras se han visto.
Ya estoy imaginando las pancartas: ¿Vuelos ejecutivos? De entrada no.
