domingo, 15 de febrero de 2009

LA MODA DEL FACEBOOK




Es curioso el efecto que producen las modas entre los humildes mortales. Alguien decide que se llevan las camisas floreadas y, al poco tiempo, tienes a todo el mundo dando un callado (o escandaloso, según los casos) homenaje al jardín botánico. Que toca llevar chaqueta de pana, pues a sudar la gota gorda. Tiemblo al pensar en el día que se impongan las mallas y el tutú.

Con Internet sucede algo parecido, primero fue el Messenger, luego los Power Point graciosos, después el You-Tube y ahora le toca el turno a las redes sociales (como comprenderéis, de los blog no voy a decir ni pío).

No deja de tener su gracia que, un tipo tan profundamente insociable como yo, esté metido en esto del Facebook y los esfuerzos que debo hacer para no mostrarme a los demás con toda la crudeza que me pide el cuerpo pero, bueno, mientras no tenga que vestirme con tutú y mallas...

Recuerdo que, cuando era niño y mi madre me llevaba al médico, había una escena que se repetía invariablemente: Yo solo, al lado de mi madre, aburrido como una ostra anestesiada y, al lado de otras madres, otros niños en la misma situación. Al cabo de un rato eterno y múltiples “me aburro”, la madre/carcelera te soltaba un poco la cadena y, tímidamente, te acercabas a otra criatura y le decías: “quieres ser mi amigo”...

... el Facebook se le parece mucho (cada quién que reparta los roles como quiera ((roles con “s” no con “x”, no confundamos el tema de discusión))), una vez que has pasado el trámite iniciático de registrarte, tienes que mirar a quién conoces y preguntarle si quiere ser tu amigo (suelen contestar que si, como en el ambulatorio) y después con los amigos de tus amigos y éstos contigo... hasta el infinito ¡Qué bonito!

Después de entablar amistad con personas a las que no conoces, te invitan a escribir en su “muro”, que debe ser como hacer pintadas con permiso y reivindicando la autoría. Y les cuentas o te cuentan lo que estás haciendo (“esto del wifi es la hostia, te escribo desde el water que me ha dado un retortijón que no veas”), os mandáis mensajes o nos unimos a causas completamente peregrinas del tipo: “A ver si nos juntamos 100.000 gilipollas que pensamos que el trasiego desmesurado de cerveza y huevos duros debe ser disciplina olímpica”.

Una reflexión colateral; con la cantidad de años que hemos estado luchando y resistiéndonos como gatos panza arriba a que nuestros amigos nos enseñen las fotografías/diapositivas/videos de sus vacaciones en los Fiordos, su boda, bautizos y demás y ahora nos ponemos a mirarlos con fruición en las páginas ajenas. Incomprensible.

A lo que iba, que me despisto; ya están surgiendo voces que afirman que las redes sociales son un invento de los servicios secretos para tenernos controlados (¿?), pues no les arriendo la ganancia de estar todo el puto día viendo lo decadente que puede llegar a ser nuestra especie. Por lo menos que se ganen el sueldo sin andar por ahí delinquiendo, que no es poco.

Os tengo que dejar que mi amiga Choni me está preguntando en el muro qué voy a hacer de comer.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto eso que dices de los roles (con ese): los hay que tenéis el rol de
entretener-nos, entretener-se escribiendo y los "habemos" que tenemos el de leer y curiosear un poco en las vidas ajenas; pero, en el fondo es una perfecta simbiosis porque quizás de este modo satisfacemos el ego del escritor un poco tímido que espera que le digan, aunque tímidamente, qué tal
lo ha hecho...Muy bien, ¡por cierto! ¿qué ibas a hacer para comer?